Carlos González tiene la habilidad de explicar las cosas de manera que digas: “coño, si es de sentido común”. Bueno, quizás no sea habilidad y simplemente explica cosas que son de sentido común. Como comenta en la entrevista, malacostumbrar podría definirse como acostumbrar a un bebé a hacer algo malo o acostumbrarle a recibir un trato no adecuado.
Acostumbrarse a llorar porque alguien ha decidido que no debe cogerte es algo negativo para un bebé, porque los bebés utilizan el llanto, precisamente, para solicitar lo que necesitan. Si estar en brazos de sus padres es una necesidad y el llanto es el mecanismo de llamada, los padres deberían coger al niño en brazos si llora para satisfacer dicha demanda.
¿Entonces hay que cogerlo siempre que llora?
“A ver, siempre, siempre, siempre, en este mundo es imposible”. Como explica, a un niño que llora hay que cogerlo siempre que se pueda y sea eso lo que quiera. Si llora porque te estás duchando y quiere estar contigo, pues es evidente que no podrás cogerlo, si llora porque está intentando salir al balcón pero no quieres que salga porque hace frío y lo coges, lo más probable es que se enfade aún más por cogerlo en brazos, porque lo que él quiere no es eso, sino que le abras la puerta.
Dicho de otro modo, a los niños hay que darles aquello que necesitan si no es peligroso o nocivo para ellos. Los brazos de papá y mamá no son peligrosos ni nocivos, sino todo lo contrario, son el resguardo que un bebé necesita, precisamente, cuando ha sentido peligro.
No hace falta acostumbrarles a vivir sin brazos
“Si se acostumbra a estar en brazos, luego no querrá vivir sin ellos”. Más o menos así es la frase típica que se suele decir. Si le damos la vuelta a esta frase deberíamos decir que, para que un niño pueda vivir sin pedir los brazos de sus padres, deberíamos acostumbrarles a no ser cogidos.
Lo curioso es que, como explica Carlos González, si ponemos ante nosotros a dos niños de 6 años, criados de un modo diferente, uno de ellos con tantos brazos como ha querido y el otro siendo acostumbrado desde pequeño a vivir sin ellos, nadie verá una diferencia en cuanto a necesidad de brazos porque ninguno de los dos pedirá ni querrá los brazos de su padre o su madre.
En pocas palabras, no es necesario enseñar a no pedir brazos, porque cuando un niño crezca, simplemente, dejará de necesitarlos.
Los brazos de papá y mamá no son un capricho, son una necesidad afectiva, son un abrazo, son amor, cariño y caricias, son la seguridad en momentos de crisis, son el sustento cuando el cansancio arrecia, son besos que llegan por todas partes, son el descanso del guerrero, son…Si de pequeño, cuando sí pedía ir en brazos y sí pedía que le hicieras caso todo el rato no le hacías caso y le dejabas llorar, bueno, eso que se ha perdido y eso que te has perdido tú como padre.
Extracto de una entrevista a Carlos González realizada en el portal Criatures.cat en el que habla de este tema.
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